miércoles, 14 de abril de 2010

Anexo a Crónica cultural III

Buffalo ´66/The Brown Bunny/Quadrophenia: Pernoctar en el Malba

Frío de junio en buenos aires y tomo el 102 en la plaza de Constitución.
Me voy a bajar en Figueroa Alcorta al 3400: Malba.
La ocasión es ver en cine los dos únicos largos que hizo hasta ahora Vincent Gallo, y escucharlo a él hablar un poco al respecto.
Personaje peculiar Vincent: actor, músico, director de cine y siempre, ante todo, personaje.
Si lo googleamos nos enteramos de que es hijo de inmigrantes sicilianos, que vivió en Búfalo hasta los dieciséis años cuando el padre lo echó de la casa, que en ese momento se mudó a Nueva York y que ahí fue pintor, rapero, bajista en una banda, modelo publicitario de Calvin Klein, actor, corredor de motos y gigoló.
Yo lo conocí en mi adolescencia, aburrido, viendo algún canal de cable, cuando me encontré con Buffalo ’66 -su primer largo, de 1998- y me quedé colgadísimo con esa historia freak, con esos personajes freak y con ese cine que se olía ya en el primer fotograma bien independientón.
Su segundo largometraje, “The Brown Bunny” -de 2004- acá no llegó al cine, ni a los video/dvdclubes. Así que será mi primera visión de dicho film.
Hoy Gallo las va a presentar a las dos y a charlar un poco al respecto.
Sigo el viaje y me da un poco de miedo no conseguir entradas, miro el reloj: 14.30: nah llegó re bien.
Error: entro rápido al Malba a las 15:00 y hago la correspondiente cola:
- Una entrada para lo de Vincent Gallo
- ...-cara de póker del vendedor.
- Para lo de Gallo- repito
- Se agotaron hace dos días- con cara de superado-, por eso pusimos el cartel
- Me doy vuelta, leo “entradas agotadas” en un cartel enorme de letras rojas en la puerta, lo miro al flaco con bronca y me alejo puteándolo a él, a Gallo y a Constantini.
Un pibe cool con gorrita jujeña que dembula por ahí se ríe “garrón”: a él también le había pasado lo mismo. Hablamos un toque sobre la mala suerte que tenemos y nos quedamos ahí afuera dando vueltas, “de alguna forma hay que entrar” nos decimos.
Yo mientras tanto voy y saco las entradas para Quadrophenia que la dan a las 22:00: mi idea es pernoctar.
Haciendo la cola una chica me pregunta si acá se sacan las entradas para lo de Gallo, yo soy el encargado de darle la mala noticia, y la chica también es positiva “nahh, bueh igual alguna tenemos que conseguir”.
Después de una rato somos muchos los que no nos resignamos a irnos, yo por las dudas llamo a una amiga que vive cerca para que se venga, de última damos una vuelta por el museo, una vez más.
El pibe de la gorrita y yo mientras tanto nos divertimos viendo como se repite la escena: chicos emocionados que llegan corriendo y se encuentran con el cartel: “la puta...”.
El Malba está ahora lleno y casi todos en la misma, todos muy cool, mucha gorrita de lana como la de mi nuevo amigo, mucha chica con medias de colores como la de la cola, muchos anteojos de marco negro ancho, mucho chupin, todo muy Malba.
Y aunque los Malba boys no conocen siquiera a Gallo se emocionan de todos modos: “ahí está, ahí está” se susurran.
A esta altura de los acontecimientos, Gallo había entrado al Malba detrás mío y desde entonces está dando vueltas en la entrada hablando con la gente y sacándose fotos con tipos que ni saben quién es.
Es que en realidad este personaje que se pasea de botas blancas en punta, con una tapado hasta las rodillas y con un look de homeless muy prolijo un poco inquietante está de moda entre los argentinos desde que llegó hace un tiempo a Buenos Aires para filmar Tetro, la nueva que a Coppola se le ocurrió a filmar acá, en la que están también Maribel Verdú, Javier Bardem y Leticia Brédice (¿?).
Ahora a nosotros se nos suma un amigo del pibe de gorrita jujeña, estudiante de cine igual que él, y seguimos puteando por lo de las entradas, mientras me cuentan que el de gorrita es de Uruguay y el amigo de Colombia y hablamos de cine, y de escuelas de cine y de Lucrecia Martel.
En eso, llega una chica del Malba y se acerca aun grupo que esta al lado nuestro -entre las que estaba la chica de medias color violeta y tapado rojo a la que yo le había dado al mala noticia- y les da de la nada entradas para todas, con los pibes nos miramos y la seguimos y nos escupe un “no tengo más chicos”: “no se nos da ninguna” y seguimos puteando.
Ya son las 16.00 y nos empezábamos a resignar cuando sale la chica del Malba y nos dice “ ¿ustedes querían entradas?”: le sacamos tres para nosotros y una para mi amiga que estaba llegando.
Las entradas eran solo para Buffalo ´66, pero está bien igual.
Vemos la película y salimos.
Nos quedamos con mi amiga afuera, sin entradas todavía para la segunda, pero yo sé que de algún modo voy a entrar. En eso escucho a tres personas hablar de que les sobran entradas, me acerco y a los quince minutos estamos viendo The Brown Bunny, “no tenés cara” me dice mi amiga.
Vemos la peli, y yo quiero entrar a la charla, que requiere entradas aparte, me queso solo y salgo afuera a la caza de mi lugar en la sala, pero me encuentro en la cola con amigos que sí tienen entradas y me cuelgo hablando, así que la charla no la voy a poder ver.
Cierran la puerta y me cago de frío esperando que se hagan las 22 para Quadrophenia.
A las 21:45 llega Lucho, un amigo con el que voy a ver la peli y nos dicen que por la charla va empezar recién a las 22:30, aprovechamos y salen sanguches en una estación servicio.
Cuando llegamos 22:30, nos encontramos con los Malba boys asediando a Gallo, que firma autógrafos, charla y se saca fotos con todos. Nosotros pensamos que todavía no se puede entrar, cuando nos damos cuenta que la peli ya había empezado.
Entramos corriendo.
Recién a las 12.30 vuelvo a casa, después de un día en el Malba.





Buffalo ‘66

Un tipo, Gallo, sale de la cárcel y quiere ir al baño.
Así empieza Bufalo 66, y sigue por lo menos veinte minutos más con este tipo buscando un baño: quiere entrar al de la cárcel y no lo dejan, toma un colectivo a la ciudad y están cerrados los baños de la terminal, va a un café y está cerrado también, va a un baldío y una mujer viene a sacar el auto que estaba estacionado ahí, llega a un club donde hay una clase de tap, ahí encuentra por fin un baño, pero cuando está a punto por fin, llega un flaco trasvestido y se lo mira, al tipo le molesta y se saca y lo golpea y “ahora no puedo” dice.
La pelicula se mueve en torno a situaciones violentas, entre incómodas y graciosas que muestran a un personaje que convive con la violencia naturalizada como parte de su indetidad.

The Brown Bunny

The Brown Bunny también muestra violencia, pero vista desde un prisma de melancolía, como quien ve con horror, pero con el filtro del tiempo una foto dolorosa.
Gallo, el protagonista nuevamente, es un corredor de motos que sale del circuito donde fue su última carrera y viaja hacia California donde será la próxima.
Durante el viaje nos damos cuenta que en aquella ciudad no solo está el circuito donde corre al día siguiente, sino también la casa que tenía con su ex, Daisy (Cloe Savigny).
Va a la casa.golpea y le deja una nota. Sin embargo, sabe que no está y que no va a volver. Todo esto con la música de J C Frank de fondo (por ejemplo la hermosa Milk and Honey).
Ahora bien, aunque ustedes se imaginene un melodrama a partir de los datos de arriba la pelicula es, sin embargo, minimalista: justa en lo estilistico y en el registro de los actores y como transparente, silenciosa, al igual que la procesión interna del personaje, que se nos muestra, paradojicámente, con la actuación criptica de Gallo.

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