Niños que toman las cámaras
robadas.
Las imágenes
borradas
de tiempo,
y de silencio.
De las voces
que no luchan
porque no se ven.
No creen ser
porque no se reconocen
en los medios,
en los dueños
de otras cámaras
poderosas,
más grandes,
que no los miran.
Que miran a otros
y sus vidas, y las muestran.
No la de los niños,
no las nuestras.
Pero las repiten como si lo fueran,
tanto
que casi nos olvidamos.
Casi
no luchamos.
Los niños ven imágenes de otros dueños
Y de a poco, sin darse cuenta,
también otros sueños,
ajenos,
los viven y atraviesan.
Los lastiman.
Tanto, que les quitan
el sueño.
La comida.
Hasta que un día
En una foto.
Una que sacaron ellos.
con una reflex
que no es digital,
a veces que ni es reflex,
ven su vida,
al fin su vida.
Y, ahora, sus sonrisas.
Ni importadas,
ni impostadas.
Sus sonrisas
que laten,
reales.
Este poema lo hice cuando el año pasado, en el marco de un taller de fotografía para chicos de comunidades abroígenes del chaco, unos amigos (que coordinaban el espacio) me pidieron que colaborara con palabras. Gustoso lo hice y salió esto.
Este es el link del blog del taller si quieren chusmear el trabajo de los chicos:
http://fontanafoto.blogspot.com/
miércoles, 14 de abril de 2010
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