Frío de junio en buenos aires y tomo el 102 en la plaza de Constitución.
Me voy a bajar en Figueroa Alcorta al 3400: el MALBA.
La ocasión es ver en cine los dos únicos largos que hizo hasta ahora Vincent Gallo, y escucharlo a él hablar un poco de eso.
Personaje peculiar Vincent, actor, músico, director de cine y siempre, ante todo, personaje.
Si lo googleamos nos enteramos que es hijo de inmigrantes sicilianos (no sabia que mi apellido era siciliano), que vivió en Búfalo hasta los dieciséis años cuando el padre lo echó de la casa, que en ese momento se mudó a Nueva York y que ahí fue pintor, rapero, bajista en una banda de rock, modelo publicitario de Calvin Klein, actor, corredor de motos, gigoló, etc,etc,etc.
Yo lo conocí en mi adolescencia aburrido viendo algún canal de cable cuando me encontré con Buffalo ’66 (su primer largo, de 1998) y me quedé colgadísimo con esa historia rara, con esos raros personajes y con ese cine que se olía ya en el primer fotograma bien independienton, vale decir que cuando uno es adolescente está mas que nunca propenso a ese tipo de pelis.
En Argentina la película no se estrenó en cine, así como tampoco su segundo largo The Brown Bunny, de 2004, que tampoco se encuentra en video/dvd clubes, y que nunca hice el intento de bajarla de Internet.
En fin, ahora Vicente las va a presentar a las dos, y a charlar un poco al respecto.
Me entusiasma encontrar a este personaje, lo de hoy lo había visto la semana pasada en el programa del Malba, pero no activé hasta hace dos horas y me da un poco de miedo no conseguir entradas, por eso salgo con bastante tiempo para no llegar a último momento.
Espero el 102 y miro el reloj: 14.30, nahhh llegó re bien.
Error Lisandro, error.
Entro rápido al Malba a las 15:00 y hago la correspondiente cola:
- Una entrada para lo de Vincent Gallo
- ...-cara de póker del vendedor.
- Para lo de Gallo- repito
- Naaahhh, se agotaron hace dos días- con cara de superado-, por eso pusimos el cartel
- Me doy vuelta, veo “entradas agotadas” en un cartel gigante con letras rojas en la puerta, lo miro al flaco con bronca y me alejo homenajeando a su familia, a la de Gallo y a la de Constantini en una misma oración..
Salgo y un pibe muy cool de gorrita jujeña que esta por ahí se ríe “garrón”, a él también le había pasado lo mismo, hablamos un toque sobre la mala suerte que tenemos y nos quedamos ahí afuera dando vueltas, “de alguna forma hay que entrar” nos damos aliento.
Mientras tanto aprovecho el tiempo muerto y saco las entradas para Quadrophenia que la dan a las 22:00: mi idea es pernoctar. En la cola una chica me pregunta si “¿acá se sacan las entradas para lo de Gallo?” y soy el encargado de darle la mala noticia, pero la chica permanece positiva “nahh, bueh igual alguna tenemos que conseguir”.
Después de una rato somos muchos los que no nos resignamos a irnos, yo por las dudas llamo a una amiga que vive cerca para que se venga, de última damos una vuelta por el museo, una vez más.
El pibe de la gorrita y yo mientras tanto nos divertimos viendo como se repite la escena: chicos emocionados que llegan corriendo y se encuentran con el cartel: “la p***...”.
El Malba esta ahora lleno y casi todos en la misma, todos muy cool, la gorrita de lana sale como ninguna otra cosaa, hay mucha chica con medias de colores como la de la cola, muchos anteojos de marco negro ancho o grandes y extravagantes, mucho chupin, en un hora se puso todo muy malba.
“Ahí está, ahí está” se miran emocionados grupos de modernos malba boys cuando se enteran que Gallo está recorriendo el museo –entró atrás mío-, dando vueltas en la entrada, hablando con la gente, sacándose fotos con tipos que ni saben quién es pero que sonríen grande.
Es que en realidad el extravagante personaje que se merodea el museo -en botas de cuero blancas en punta, con una tapado hasta las rodillas y un inquietante look de homeless prolijo- está de moda entre los argentinos desde que llegó hace un tiempo a Buenos Aires para filmar Tetro, la nueva que a Coppola se le ocurrió filmar acá.
Nosotros, los que esperamos, somos cada vez más, y se nos suma un amigo del pibe de gorrita jujeña, estudiante de cine igual que él, y seguimos puteando por lo de las entradas, mientras me cuentan que el de gorrita es de Uruguay y el amigo de Colombia y hablamos de cine, y de escuelas de cine y de Lucrecia Martel.
En eso, llega una chica del Malba y se acerca a un grupo que está al lado nuestro (entre las que estaba la chica de medias color violeta y tapado rojo, la que yo le había dado al mala noticia) y les da de la nada entradas para todas, con los pibes nos miramos y la seguimos, “no tengo más chicos”, “no se nos da ninguna” y seguimos puteando.
Ya son las 16.00 y nos empezábamos a resignar cuando sale la chica del malba y nos dice “ ustedes querían entradas?” a lo que respondemos “seeeeee” y le sacamos tres para nosotros y una para mi amiga que estaba llegando.
Las entradas eran solo para Buffalo ´66 pero está bien igual.
Vemos la película y salimos.
Nos quedamos con mi amiga Marisa afuera, sin entradas todavía para la segunda, yo sé que de algún modo voy a entrar, y en eso escucho a tres personas hablar de que les sobran entradas, me acerco y a los quince minutos estamos viendo The Brown Bunny, “no tenés cara” me dice mi amiga..
Vemos la peli, y yo quiero entrar a la charla, que requiere entradas aparte, Marisa me abandona y yo salgo afuera a la caza de mi lugar en la sala, pero me encuentro en la cola con amigos que sí tienen entradas y me cuelgo hablando, así que la charla no la voy a poder ver.
Cierran la puerta y me c*** de frío esperando que se hagan las 22 para Quadrophenia.
A las 21:45 llega Lucho, un amigo con el que voy a ver la peli y nos dicen que por la charla va empezar recién a las 22:30, aprovechamos y nos vamos a comer a una estación de servicio.
Cuando llegamos 22:30 nos encontramos con los Malba boys asediando a Gallo, que firma autógrafos, charla y se saca fotos con todos; nosotros pensamos que todavía no se puede entrar, cuando nos damos cuenta que la peli ya había empezado.
Entramos corriendo y nos sentamos medio con bronca.
A las 12.30 vuelvo a casa después de mi día en el Malba.
Estuvo divertido.
miércoles, 14 de abril de 2010
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