Hay tantos tipos de viajes como hombres en la tierra y en el mar. Hay viajes que empiezan simplemente por el deseo de viajar y conocer nuevos lugares, hay viajes impulsados por el encuentro de alguien que nos espera (o no) en aquel lugar, hay otros que se hacen por una necesidad, médica por ejemplo, y hay viajes en los que se va a buscar aquello que nuestro lugar ya no puede ofrecernos.
Y así como todo viaje empieza, no todos lo viajes terminan.
El mío tiene que ver con esto último: soy un viajero en tránsito.
¿Por dónde empiezo?
Empiezo el viaje con poco, casi nada, llevá lo básico Lisandro, dice mi vieja, medio triste aunque intente disimular, la ropa de invierno nomás, yo la miro y se acerca y me abraza largo. Ropa llevo poca, pero libros y discos todos, pienso que probablemente no tenga tiempo entre la cursada y el estudio pero no me importa, el vicio de coleccionista es más fuerte y sigo metiéndolos en la valija, mi fetiche pasa por mis discos y mis libros, el capital que más me interesa acumular, el único. Que buenas las disquerías y librerías de Buenos Aires, encontrás de todo, ya estoy planeando tardes enteras revolviendo estanterías y bateas, hay música que acá es imposible de encontrar, Dios está en todas partes pero atiende en Buenos Aires como dice mi vieja. Pienso que la voy a extrañar, pero todavía no lo siento, estoy demasiado ansioso y contento con el viaje. Mi viejo no dice nada, en cambio me habla de fútbol, de política y de religión como queriendo amortizar retroactivamente todas las conversaciones que ya no vamos a tener, me hace chistes, dice que me cuide de las porteñas, sonríe y a mí me pone triste, le doy una palmada en el hombro como queriendo decirle va estar todo bien viejo y siento el corazón que le late denso en todo el cuerpo hasta en los hombros. Debe estar medio triste mi viejo para que el corazón le lata así y para que ese latido se escuche por encima de Horcas, que suena desde mi cuarto cerrado; mi hermana ahora escucha metal, pelea con mi vieja, mi viejo y conmigo también, cambió todo el guardarropas de color por ropa negra nada más, debe ser que tiene trece años; admiro su rebeldía, envidio su rebeldía también, yo nunca me animé, siempre fui más formal y parecí más cortés.
Empiezo el viaje cerca del destino, a tres horas nada más, todo empieza acá, en Gualeguay, donde vivo desde hace diecisiete años, desde siempre, el colectivo me va a dejar en Buenos Aires, pero no sé si mi viaje termina ahí, intuyo que va a seguir aún cuando ya esté viviendo allá. Están todos, mis amigos que se quedan y los que se van a otras ciudades, mis tías, mi tío, mi vieja, mi viejo, mi hermana, yo me alejo y el maletero me acomoda el equipaje, le doy una moneda de un peso gracias y vuelvo con ellos para tenerlos unos minutos más.
Empiezo el viaje a un metro del piso, los veo a todos desde arriba, sonríen a medias, mi mamá me hace señas con las manos, quiere que la llame cuando llegue. Voy a llegar bien, voy a estar bien. Siempre supe que quería irme a estudiar a Buenos Aires desde chico, nunca supe bien qué, pero es lo de menos pienso, y pienso en la gente que voy a conocer, en los libros que voy a tener que estudiar, en los fines de semana que no voy a poder venir para acá, en que me van a extrañar, me siento culpable por no pensar lo mismo, por estar más ansioso que triste, mi hermana me hace muchas señas y ahora sí me pongo triste, me va a doler no verla crecer de cerca, todos los días, conformarme con verla un poco más grande en cada viaje. Yo también voy a crecer. Mi viaje a un metro del suelo se empieza a mover, los veo cada vez más chiquitos, los veo correr el colectivo, los veo mover las manos alto, ya no los veo.
Empiezo mi viaje. Ruta, campo, peaje, mate, viaje, viajar, estar viajando, ciudad, ciudades, luces, gris, calles, gente, de Gualeguay que conozco, de otras ciudades por conocer, amigos, de antes que ya no veo, de ahora que tengo miedo de no ver más, nuevos, chicas, chicos, libros, mates, bizcochitos, apuntes, tardes estudiando, solo, acompañado ¿cómo serán los chicos de la pensión? son del interior también, tienen que ser copados ¿me ayudarán? ¿me guiaré en la ciudad? ¿tomo café o mejor jugo? mejor no, me duele la panza deben ser los nervios, ¿viajaré seguido a Gualeguay? ya fue tomo café hace frío ¿porque prenden siempre el aire así de fuerte? afuera debe estar bien el clima ¿como estará en Buenos Aires? no traje paraguas pero seguramente no llueve es muy parecido a Gualeguay, no tendría que haber tomado café son los nervios, mejor escucho música I´m so happy ´cause today I found my friends I´m so ha- mejor leo ¿porque me compré este libro? voy a ir al baño deben ser los nervios, callen a ese bebé ¿porque viajan con chicos tan chicos? parezco un viejo deben ser los nervios, containers rojos verdes, grúas óxido, ¿será el puerto? sí, autos muchos edificios colectivos colectivos auto, gendarme gendarme gendarmes, cola de colectivos, anden 44, gente chico chica señor señora, bajo ultimo ¿tengo monedas? sí acá me quedó una tengo más en la mochila, le doy el ticket y la moneda me da la valija gracias de nada, camino, gente, camino ¿cuál me tengo que tomar? aquel, parada, otro flaco con muchas mochilas nos escudriñamos serios debe venir a estudiar también.
Empiezo mi viaje en Retiro, medio cargado de valijas, medio perdido entre la gente, Retiro es feo y espero el colectivo, dejo pasar a una, dos, tres mujeres que estaban atrás mío en la cola, hago malabares y subo.
Empiezo mi viaje y la maquinita me dice que indique mi destino, yo que sé espero que sea bueno, pienso, y me río, el chofer me mira por el espejo como diciendo apurate boludo, y yo le digo que voy hasta Corrientes y Pueyrredón que si le puedo pagar con un billete que cuánto tiempo tarda en llegar que si tengo que tocar timbre que si me puede avisar que me disculpe que soy del interior, él me mira con la misma cara que antes y me dice que es con monedas nene sale ochenta, es mi bienvenida a Buenos Aires. Estoy contento igual.
Empiezo mi via
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