miércoles, 14 de abril de 2010

Proyecto ensayístico: "Saudade"

Hay temores que me acompañan desde niño. Son esos que enterré en la infancia y un sueño los encuentra llenos de tierra húmeda, una noche de veintitantos años, junto a una canción imposible de tocar en el piano, cerca del dolor de panza antes de un examen de matemática, abajo del vértigo en una tribuna de circo, arriba de la angustia por perderme en una noche de carnaval; siempre, pintados de oscuridad.

Hay temores que viven en la oscuridad y es preciso alumbrarlos.
¿No es acaso vivir un intento de iluminar lo oscuro del mundo? ¿No es la vida un viaje hacia un territorio desconocido en el que nos es dado sólo una lámpara cuyo combustible debemos administrar?

Sin embargo también los mismos sueños alumbran en la oscuridad recuerdos felices, de viajes, de personas, de momentos de intima felicidad; la seguridad de la pollera de mi abuela recorriendo la casa cuando tenía cinco años y medio metro, la capacidad de asombro virgen ante un libro amarillento y desvencijado que cuenta aventuras lejos de la habitación oscura de siesta en que lo leo, el olor a tierra mojada después de la lluvia en el campo; todos ellos recuerdos que antes de la luz, también parecían tener forma de monstruos.

La luz ilumina lo desconocido, lo que existe detrás de la oscuridad.
¿Pero no es de algún modo la luz la que crea lo que alumbra? ¿No existe lo que existe sólo porque lo alumbramos?

El sueño metaforiza nuestra búsqueda incesante de significados, en cierto modo nuestra vida.
¿No somos combustible? ¿No somos pura potencialidad de alumbrar el mundo, cuando leemos y escribimos, cuando viajamos y contamos el viaje?

Cada viaje hacia algún lugar desconocido lo hacemos con pequeños elementos que nos ayudan a echar luz sobre el territorio: un mapa, una brújula, algún consejo de un amigo.
Es a su vez por las historia que oímos que vamos a ese lugar, el mapa señala ese lugar y no otro, lugar anterior a él, pero que por él conocemos y recorremos.

Hace algunos años hice un vaije a Brasil del que sólo me traje un recuerdo, una palabra: saudade.
Fue un intento por atesorar un país que me deslumbró, un intento de traer en esa palabra imágenes, de una playa, una isla, un impulso de condensar en esa palabra gente, formas de ser y de hacer, una música, unos olores, un viaje.

Saudade es una palabra que no tiene equivalente en ningún otro idioma, un tesoro simple y mágico del portugués.
Saudade se puede entender como nostalgia, pero no es la nostalgia. Se puede articular con el verbo extrañar, pero no significa extrañar. Saudade puede parecer en un primer momento estar cercana a la tristeza, pero lejos esta de ser triste el concepto al que refiere.

Saudade es un faro, que alumbra una isla, que habitan únicamente quienes hablan portugués.
Una isla que para otros permanece oscura, un territorio que muchos no transitaron nunca, y si lo hicieron no repararon en él, yendo a oscuras sin linternas a mano.
Es un territorio hecho de la melancolía que provoca el recuerdo de una alegría, es sentir la presencia del otro por su ausencia, es el recuerdo de lo irrepetible que se evoca y así se vive nuevamente.

Saudade es el faro que alumbra.
Saudade es el territorio que existía antes de ser alumbrado.
Saudade es el territorio que existe porque es alumbrado.

Saudade es la luz que alumbra en mis sueños el olor a tierra mojada, viejas lecturas de Verne y un mar abierto entre morros.
El sueño es el mapa por el que transito territorios que existen nuevamente porque los sueño.
El sueño es la analogía diacrónica de la vigilia. Es lo mismo soñarme persiguiendo las piernas de mi abuela que perseguirlas por primera vez a los cinco años; el territorio es el mismo, sólo el mapa es distinto.

Emprendo un viaje hacia esa isla que alumbra ese faro y soy Ulises en busca de Ítaca.
En cada búsqueda de sentido, cada intento de echar luz sobre el mundo, cada libro que leo, soy un viajero que es a la vez todos los viajeros, soy los mil héroes que surgieron luego de las miles de transformaciones que en mi vida arrastraron miles de búsquedas, soy los miles de héroes del mundo que transitaron miles de mundos, soy el mismo héroe de las mil vidas del mundo haciendo el mismo camino.

Sueño nuevos viajes, nuevos territorios, nuevas personas y soy el mismo héroe milenario que está siendo soñado miles de veces, en otros lugares y tiempos.

Sueño y soy soñado, el faro me alumbra y me nombra, y alumbro el mundo con mis palabras.
El faro ilumina mi territorio, así lo conozco, así es.
En sueños soy y en ellos me busco.
En sueños conozco el mundo y... lo atesoro.
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